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domingo, 29 de mayo de 2011

Abducción

 En el campo de la denominada «ufología», se llama abducción al supuesto acto en el cual uno o más seres extraterrestres toman a un ser vivo terrestre contra su voluntad (lo secuestran) y lo llevan a algún sitio determinado, generalmente a su propia nave espacial.

DESCRIPCIÓN

Quienes dicen haber sido testigos de una supuesta abducción o haberla sufrido personalmente, suelen relatar el haber entrado a una sala como un laboratorio, donde los extraterrestres en las últimas décadas estarían realizando siempre el mismo experimento.

El secuestro estaría precedido por la pérdida de la voluntad y de la conciencia. Los testigos aseguran que durante el rapto habrían sufrido un lapso importante de «tiempo perdido», es decir, la sensación de haber pasado un tiempo prolongado, pero sin poder recordar casi nada de ese lapso transcurrido. El interior de la nave a donde serían conducidos los abducidos, por lo general es descrito como una sala redonda y con cúpula, iluminada por una luz difusa que parece salir de las paredes y del piso. Tras ser retornados de la abducción, algunos comentan tener alguna anomalía en su organismo, tales como la presencia de objetos metálicos dentro del cuerpo.

Otros puntos en común serían:
  • pesadillas reiterativas,
  • cicatrices o marcas en el cuerpo de origen desconocido,
  • sinagesia
  • fobias repentinas a objetos, olores o ruidos.

CONSECUENCIAS




La mayoría de los supuestos abducidos cuentan historias similares de los acontecimientos, parecidas a las descripciones de las películas de ciencia ficción acerca del tema. 
Por su parte, el folklorista Thomas E. Bullard realizó un estudio sobre 309 casos de este tipo, mostrando que siguen cierto orden y en el que destacan ocho episodios clave:
  • Captura
  • Examen
  • Deliberación
  • Excursión
  • Viaje a otros mundos
  • Teofanía
  • Regreso y consecuencias.
Si bien todos los elementos no aparecen en todos los casos, según él y sus propios criterios acerca de lo que se considera captura, examen, deliberación, excursión, viaje a otros mundos, teofanía, regreso y consecuencias, hay un 84 por ciento de situaciones en los que el orden se cumple.

TIEMPO PERDIDO

Una característica fundamental que dicen vivir los supuestos abducidos es la amnesia, llamada «tiempo perdido» en el argot que popularizó el escritor neoyorquino Budd Hopkins, autor del libro Missing time, en 1981.
Esta amnesia casi siempre impide a los protagonistas recordar el meollo del incidente.
Por ejemplo, una persona vive una situación extraña de una supuesta abducción o visita extraterrestre a una determinada hora.
Más tarde, al mirar su reloj, ve que han pasado varias horas, pero no recuerda bien qué ocurrió en ese lapso.
Siente que ha pasado un lapso de tiempo, del cual no recuerda bien qué aconteció. A veces son horas, y otras, días.
Lo ocurrido durante ese tiempo perdido supuestamente puede saberse mediante regresión hipnótica, mediante las cuales se somete al abducido a un estado de relajación en el que las imágenes que la memoria consciente se resiste a recordar afloran progresivamente.
Es muy posible que el abducido recuerde el principio del episodio: por ejemplo, una luz muy fuerte que le cierra el paso mientras viaja de noche en su automóvil; una estrella que cae del cielo y se posa en un prado cercano, donde se resuelve en un «platillo volante», un súbito paro de todos los sistemas eléctricos del automóvil, un tiempo perdido, unas horas en las que el sujeto no sabe dónde ha estado, etc.
Mediante la regresión hipnótica, profesionales como el hipnólogo estadounidense Leo Sprinkle, el hipnólogo estadounidense Berthold Schwarzy y el hipnólogo e ingeniero estadounidense James Harder, han conseguido obtener relatos de varios centenares de abducciones.
Este último investigador llegó a estudiar 104 casos, de los cuales el 39 por ciento eran varones y un 16 por ciento se trataba de niños acompañados de adultos.
El 50 por ciento eran parados o trabajadores no especializados, un 10 por ciento oficinistas y alrededor de un 5 por ciento estudiantes universitarios. Según el autor esto «implica un nivel ocupacional o educativo relativamente elevado».
Hay algo que sorprende en un primer momento en estos testimonios: lo parecidas que son estas historias con las que se difunden en la televisión. 
Hasta tal punto es así porque, según dice el estudioso británico John Rimmeren en su obra The evidence for alien abductions (1984), basándose solamente en relatos bien documentados ha podido construir un «modelo» de abducción, según el cual las personas abducidas (pertenecientes a ambos sexos, aunque con preponderancia del masculino) son seres humanos sanos, normales y no interesados particularmente por el problema ovni.
El escritor español Antonio Ribera, en su obra Secuestrado por extraterrestres (1981), escribe:
Los sujetos, por lo general, recuerdan el principio y el final del episodio, pero la parte central del mismo —la más importante— ha sido borrada de su mente consciente. Este borrado ha sido hecho sin duda mediante la hipnosis: se les ha impuesto un bloqueo para que no recuerden unas experiencias, que en ocasiones podrían resultar muy traumáticas.
El problema es que la técnica de regresión hipnótica no es en absoluto fiable.
La hipnosis es un estado en el que el individuo es altamente sugestionable y está demostrado que no es fiable en absoluto a la hora de relatar recuerdos veraces.
Peor todavía, en estado de hipnosis se tiende a inventar recuerdos, con lo que la regresión hipnótica pasa de ser un argumento a favor a un argumento en contra de la tesis ufológica de las abducciones.
Así ocurrió en Estados Unidos, cuando de repente salieron a la luz toda una avalancha de supuestos casos en los que individuos sometidos a terapia hipnótica de repente parecieron recordar como en su infancia habían sido sometidos a todo tipo de vejaciones sexuales e incluso obligados a participar en actos satánicos por sus propios padres, descubriéndose posteriormente (cuando la vida de dichos padres ya había sido arruinada por los medios de comunicación e incluso por sentencias condenatorias) que efectivamente todo era consecuencia de un falso recuerdo introducido mediante la terapia hipnótica.

ABDUCCIONES DE OVNIS EN LA ANTIGUEDAD

El caso comenzó cuando la pareja avistó un objeto que no identificaron cuando volvían de madrugada a casa, el 19 de septiembre de 1961.
Según el relato, Barney Hill habría observado el objeto con prismáticos y le pareció ver formas humanoides a través de las ventanillas, lo que le hizo pensar que se trataba de un avión.
Betty, en cambio, dice que en ese momento estaba convencida de que era un platillo volante, e hizo llamadas durante los días siguientes a la Base de la Fuerza Aérea de Pease para informar de lo que había visto, y se compró y leyó varios libros sobre platillos volantes.
También escribió al autor de uno de ellos (Donald E. Keyhoe) relatándole lo que había vivido. En ninguna de esas cartas ni en las llamadas que hizo habló nunca de ninguna abducción.
Estas salieron a la luz unos tres años después, cuando la pareja se sometió a tratamiento por el psiquiatra Benjamin Simon y narraron la abducción, describiendo al que sería el prototipo de extraterrestre durante las décadas siguientes.
Durante los años setenta la historia de los Hill se popularizó y se filmó una película sobre el tema.
Después de la emisión de la película, los relatos sobre abducciones se multiplicaron: en los treinta años precedentes a 1978 (año de emisión de la película) se habían constatado cincuenta abducciones, todas declaradas después de la de los Hill, y durante los dos años siguientes a la emisión se declararon cien.
Sobre esto, los creyentes afirman que todas las posteriores denuncias de abducción no serían inventadas sólo por el hecho de que la gente podría haber tenido anteriormente la posibilidad de haber visto o escuchado la historia de los Hill y sus repercusiones.

LA DESCRIPCIÓN DE BETTY

La descripción que Betty hizo de los extraterrestres incluía, entre otras cosas, unos ojos «envolventes», algo nada frecuente en la ufología de la época, pero lo significativo de la descripción es que, doce días antes de dar esa descripción (bajo hipnosis), en la serie televisiva de ficción Más allá del límite habían aparecido unos extraterrestres similares a los de la descripción.
Betty también describió que en la nave le habían mostrado un mapa estelar, que consistía en una representación tridimensional que había visto a una distancia de alrededor de un metro.
Tras las sesiones de hipnosis la animaron a dibujarlo: consistía en 26 posiciones correspondientes a estrellas.
El trabajo de interpretarlo se lo tomó Marjorie Fish, una profesora de básica de 34 años (en 1966) aficionada a la astronomía.
Utilizó bolas colgadas del techo de una habitación para representar las estrellas, y suponiendo que las esferas más grandes correspondían a las estrellas Zeta Reticuli 1 y 2, de donde supuestamente procederían los extraterrestres.
Al final encontró una configuración que le pareció adecuada para identificar quince de las estrellas, pero suele obviarse que no fue capaz de encontrar una ubicación para las otras once.
En realidad, para una configuración tridimensional dada de puntos, existen literalmente millones de configuraciones posibles dependiendo del punto de vista sobre el conjunto: pueden hallarse multitud de interpretaciones posibles.
Existe la creencia de que se descubrió que ζ Reticuli era doble después de 1961, cuando supuestamente le fue revelado a Betty por los extraterrestres.
En realidad, basta con echar un vistazo al catálogo SIMBAD, buscar ambas componentes (ζ Reticuli 1 y ζ Reticuli 2) y realizar una búsqueda de referencias en un amplio rango para ver que ambas están referenciadas en la literatura especializada por lo menos desde 1950.
El científico estadounidense Carl Sagan, manifestó que el mapa dibujado por Betty no mostraba muchas semejanzas con el real y que pudiendo elegir un gran número de estrellas viéndolas desde cualquier punto de la Tierra, se puede encontrar parecido, con casi cualquier mapa que se dibuje, más incluso si este incluye líneas entre puntos como el de los Hill.
Por tanto, concluye Sagan, el mapa no es una prueba extraordinaria válida para tal afirmación extraordinaria.

 


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